miércoles, 28 de octubre de 2009

De los mails multitudinarios

Los mails multitudinarios se sabe bien cómo empiezan, pero nunca por qué acaban como acaban. Uno avisa a varios de determinado hecho puntual y/o urgente. Por ejemplo los correos que tienen asuntos/subjets como: "Lavabo atascado", "Manolo ha sido padre" o bien "Jugamos hoy en Hortaleza".

Es entonces cuando este corréo electrónico, que teóricamente, cual multa del ayuntamiento y pregunta retórica, no ha sido ideado para tener respuesta. Empieza a generar en el lector una necesidad irrefrenable de plasmar por escrito lo primero que le viene a la cabeza. Y así lo hace patente a todos los destinatarios originales del mail. Sin importar si es gracioso, relevante o im/pertinente. Y de esta manera tan caprichosa se convierte en una suerte de psicoterapia relajante que une a todos en una comunidad de estupidez. Propia sin duda de nuestra simiesca rémora que nos empuja a la vida en manada.

Lo peor es que si tu gestor de correo no es minimamente espabilado, se te empieza a saturar la bandeja de entrada de las cada vez más brillantes réplicas. Y además hay que ir bajando con el scroll para poder leerlas. Porque muchas veces repiten vectorialmente los correos precedentes. Y si en tu caso en el gestor de correos se te agrupan todos en un sólo mail, es igual o más complicado en caso de querer localizar algún (casi imposible) dato útil.

1 comentario:

Diego Cobo dijo...

A mí me pasó a finales del año pasado con una cadena de correos a raíz de los regalos de cumpleaños de... ¡cuatro amigos a la vez! Ni que decir tiene que acabé hasta los mismísimos de las respuestas coñas a otros asuntos y de las interminables copias repetidas vectorialmente como bien apuntas (¿tan difícil es borrar los textos para poner el tuyo?)
Conclusión: Ya he adquirido TODOS los regalos yo solito para este año. Que cada palo aguante su vela.

Abrazotes.
Y sí, a ver cuando japoneamos que con este frío apetece ramen.