jueves, 26 de febrero de 2009

De la homofobia

homofobia.

(Del ingl. homophobia).

1. f. Aversión obsesiva hacia las personas homosexuales.


Despotrico hoy de esta enfermedad que todavía en la actualidad sigue afectando a muchas personas. Y digo enfermedad porque muchos de los homófobos creen y argumentan que la homosexualidad lo es. Cuando en realidad los únicos enfermos son ellos. Que no aprecian que la diferencia entre un heterosexual y un homosexual no existe. Ni a nivel físico, ni intelectual ni en ninguna esfera de la personalidad. Sin embargo, en muchos países, la homosexualidad aún está penada y perseguida. Y en muchos otros los gays no son sino ciudadanos de segunda clase con derechos limitados.

Tanto a homófobos como a humanos os recomiendo que vayáis a ver "Milk" (traducida como "Mi nombre es Harvey Milk"). Donde se cuenta la historia de Harvey Milk, el primer político electo con declarada orientación homosexual. Es una película magistral que narra su empeño en poner voz a las minorías y en tratar de hacer un poco más justo este torcido mundo. Y en cómo lo pagó con su vida. No en vano Sean Penn ha sido premiado con el Óscar al mejor actor por su papel en esta película. Y en el discurso de entrega hizo referencia a la causa por la que Milk luchó y murió, y a la que aún hoy, 30 años después, todavía le queda mucho para ser completada.

Cuando hace ya casi 4 años el parlamento español aprobó la ley que igualaba en derechos a homosexuales y heterosexuales se dio un gran paso en favor de esta causa. Y nos hizo a muchos sentirnos orgullosos de ser españoles.

Os cuelgo un vídeo ilustrado del, probablemente, discurso más emblemático de Harvey Milk.



lunes, 16 de febrero de 2009

Del síndrome de Diógenes digital

Despotrico hoy de este fenómeno tan extendido hoy día. El síndrome de Diógenes tradicional  es un trastorno del comportamiento que normalmente afecta a personas de avanzada edad que viven solas. Se caracteriza por el total abandono personal y social y por el aislamiento voluntario en el propio hogar, acompañados en muchos casos de la acumulación en éste de grandes cantidades de dinero o de desperdicios domésticos. Por contra, el síndrome de Diógenes digital (en adelante SDD) afecta a personas de todas las edades que disponen de un ordenador y una conexión a internet

Los principales síntomas son:
- Acumulación obsesiva de discos en mp3 y películas en divx que: a) no tendremos tiempo de ver/escuchar a no ser que emulemos a Matusalén b) no nos interesan lo más mínimo c) no sabemos ni qué es exactamente lo que son.
- Saturación de disco/s duro/s interno/s, externo/s o amplia colección de maletines con dvds.
- Instalación masiva de programas de descarga P2P (emule, ares, torrent, soulseek...)
- Tenencia de cuenta en Rapidshare o Megaupload.

El desarrollo del SDD suele comenzar parejo a la instalación en el hogar de la línea ADSL. Es tal la ilusión por el mundo que se abre ante nuestros ojos que todo lo has de descargar. Que te gusta una canción de un grupo, pues te bajas la discografía completa. Que te han dicho que tal serie está muy bien, pues te bajas las 12 temporadas. Y así compulsivamente.

El SDD va en aumento hasta que se alcanza el nivel de saturación. Que suele manifestarse cuando el usuario se queda en blanco ante la página de búsqueda. Es entonces cuando las posibilidades de curación son más factibles.

domingo, 8 de febrero de 2009

De Maleni


Hubo un tiempo en que los ministros eran gente sumamente formada y leída. Eruditos, catedráticos, letrados, filósofos, ingenieros... Con el tiempo el nivel ha decaído bastante. Hoy día, leer los diarios de cortes y escuchar sus interpelaciones parlamentarias es mucho menos enriquecedor. Pero infinitamente más divertido.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Del IKEA

Despotrico hoy de este icono de modernidad. Porque en esta multinacional sueca nada es igual que en las clásicas tiendas de muebles. En IKEA no venden mobiliario, te regalan soluciones de hogar. Luego resultan en complicaciones para el hogar.

Cuando te diriges en coche hacia la tienda es imposible que te pases la salida. Es la que está atascada. Después de una paciente procesión llegas al aparcamiento. Allí tendrás que pelear por una plaza. Tras muchos sudores y bocinazos por fin entras en IKEA.

Lo primero que te llama la atención cuando vas por primera vez es que te dan un manual de instrucciones para comprar. ¿Tan complicado es esto?, piensas con inocencia. También te regalan lápices, metros para medir y unas hojas para apuntar unos códigos. Se nota que no conocen todavía la mentalidad española. Porque todo el mundo coge 40 lapiceros y 15 cintas métricas. Aún así les sale rentable.

Empiezas a explorar y te das cuenta de que sólo puedes ir hacia delante. Como los toros en San Fermín. Porque en la entrada no hay cajas. Sólo una guardería para dejar a los críos y una cafetería donde te venden productos suecos (salmón, galletas, albóndigas con pinta sospechosa y otras gaitas suecas). Como decía, mientras avanzas se van sucediendo habitaciones piloto amuebladas con todo tipo de enseres. Si estás interesado en alguno no se te ocurra cogerlo y meterlo en la bolsa. Tienes que apuntar su código en la hojita que antes mencioné y recogerlo en la salida. Si vas buscando algo en concreto que has visto en el catálogo ármate de paciencia. Porque, como en los supermercados, encontrarlo te puede llevar más tiempo que a Stanley con Livingstone. Tanto es así que han puesto unos ordenadores donde introduces el dichoso código y te indica su ubicación en la tienda.

La fauna media que suele poblar el IKEA es de familias enteras que no saben qué van a comprar. Y que van a echar la mañana/tarde. Lo miran todo con cara de perplejidad y se sientan y tumban en todos los sofás y camas.

Te sorprende que todo sea tan barato. Piensas: - Esto tiene que tener trampa -. Y efectivamente. Cuando ya has elegido los productos que quieres y cogido las supercherías que "necesitas" viene lo divertido. El almacén. Parecido al de Indiana Jones por sus interminables pasillos y baldas inalcanzables. Allí has de localizar el producto embalado que se corresponde con tus códigos seleccionados. Es probable que si se te va una letra o un número te lleves a casa una lámpara en vez de un armario y que en vez de roja sea azul turquesa. Al poner los muebles en el carrito es cuando se suelen producir las hernias y demás lesiones lumbares.

Todas estas vicisitudes van aumentando progresivamente tu nivel de mala leche. Hasta el punto que IKEA es una de las mayores fuentes de discusiones familiares y divorcios.

Por fin pagas. Y como todo estaba tan barato has cogido cosas que no te hacían falta, y que mágicamente han convertido lo barato en caro.

Luego viene el show de cargar la compra en el coche. Obviamente tiene que entrar todo, porque pagar el transporte hasta tu casa también haría que dejase de ser rentable el viajecito. Y el cabreo. Así se producen situaciones como la de la foto adjunta.
Y cuando llegas a tu casa toca hacer un McGyver. Esto es, montar el dichoso mueble y tratar de que te quede tal y como estaba en la tienda. No apto para manazas. La ilusión por tus preciosos muebles nuevos suele durar hasta que visitas la casa de un amigo. Y compruebas que también tiene la estantería Billy, el sofá Malkmus y la lámpara Richal. IKEA ha conseguido que todas las casas de los españoles sean iguales. Tanto es así que estoy seguro que algún ladrón al entrar a robar en una casa le ha dicho a su compinche: "Oye, esta casa no la robamos ayer". Si no por qué han surgido webs donde te enseñan a "tunear" tus muebles de IKEA. Si no me creéis pinchad aquí.