lunes, 29 de diciembre de 2008

De la navidad

Sí, despotrico también de estas fechas tan entrañables. No tengo límites. Porque no todo es maravilloso en navidad. Sobre todo si os desplazáis al centro de vuestras ciudades. En mi caso Madrid. La Gran vía se vuelve intransitable, la calle Preciados para qué contaros... Y si entráis en algún centro comercial la situación es insostenible. El otro día estuve en la Fnac y la gente se desplazaba en todas direcciones como ovejas oligofrénicas. Chocando los unos contra los otros para confluir finalmente en las cajas. Donde había unas colas kilométricas. Consecuente con mis principios, dejé los discos en un montoncito al efecto y decidí aplazarlo para otro día.

Pero no sólo esto me irrita de la navidad. También algunas absurdas tradiciones. Nos dicen que hay que ahorrar energía para salvaguardar las generaciones futuras y luego nuestras ciudades se cubren de bombillas. Porque nuestros alcaldes parece que celebran un concurso de a ver quién gasta más voltios. Y si hiciesen más bonitas nuestras calles... al menos podría justificarse. Pero hay algunos adornos imperdonables. Como las amebas de colores infames que nuestro alcalde ha emplazado en el paseo del Prado. O las estrellitas y lucecitas epilépticas que la gente pone en las ventanas. Que parecen más de "Club" de carretera que adornos navideños.

Y qué me decís de los dulces navideños. El turrón duro parece inventado por dentistas. Los polvorones diseñados para atragantar a las suegras. Y las peladillas... podría hacer un despotrico entero dedicado a las peladillas. Parece que se colocan en la bandeja de turrones para decorarla. Porque siempre son lo último que queda. A veces se utilizan para marcar los números en el bingo navideño y otras como amarracos de mus. Pero nadie osa hincarle el diente a tan denostado producto.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

De los fans

Despotrico hoy de este curioso biotipo. Del fenómeno fan. La semana pasada estuve trabajando de chófer del famoseo y tuve tiempo de analizar a estos curiosos individuos. Se presentaba en Madrid "The Spirit". Una película que tiene como gran innovación el estar basada en un comic (para el interino número uno diríamos tebeo). La comitiva la formaban Frank Miller, Scarlett Johansson, Eva Mendes y agregados. Durante numerosas horas teníamos que esperar en la puerta del hotel por si querían salir a dar una vuelta, ir a comprar un pirulí, etc... Y allí, a nuestra vera, también esperaban los fans. Lo primero que te llama la atención es su voluntad férrea. A pesar de su pinta de nerds blanditos son capaces de soportar temperaturas gélidas durante horas, días y quién sabe incluso si semanas. Estoy convencido de que si alguno participase en Supervivientes (con el incentivo de algún autógrafo final) no tendrían rival. Los boinas verdes irían paulatinamente muriendo de inanición a su alrededor. La fe en verdad mueve montañas.

Otro de los detalles que te admira es la cantidad y la actualización en la información de la que disponen. Saben en qué hotel está su ídolo, si saldrá o no a cenar, si estará de buen humor y le firmará el autógrafo. Eso además de conocer todos los detalles de su biografía, sus aficiones, su historial médico... Si toda esa energía y tiempo se lo hubiesen dedicado a alguna actividad provechosa el nobel o el pulitzer estarían a su alcance.

Pero lo realmente divertido es su interacción con el famoso. Existen varias alternativas. La más hilarante es la reacción "cochino en St. Martin". Consiste en gritar histericamente al sentir la presencia de su ídolo. Suele venir acompañada de alguna propuesta de procreación y, en algunos casos, de desfallecimientos y consecuentes desmayos.

Del mismo modo, es común la reacción "clip". El fan se siente irremisiblemente atraído por el magnetismo de su ídolo. Se ve impelido hacia su admirad@. Lo ha de tocar, besar, acariciar, lo que el servicio de seguridad y el humor del imán (que no Jomeini) permitan.

El fan tiene los sentimientos a flor de piel tanto en la espera como en el encuentro. Se emociona, ríe, llora. No dudará en pisar la cabeza del fan de al lado para acercarse a su admirada presa, tampoco en correr, saltar, rappelar desde una cornisa... La dignidad de estos comportamientos es correlativa a la edad del fan. Cuanto más joven, menos dignidad. Si no me creéis echadle una ojeada a este vídeo histórico de las fans de Take That en España.