jueves, 1 de mayo de 2008

De mí mismo

Hoy toca hacer autocrítica. Porque para cambiar el mundo primero es necesario empezar por mejorar las cosas más pequeñas y que tenemos más a mano. Quizá hago ésta reflexión porque hoy es el día del trabajo y ya llevo dos meses en paro. Y no porque haya mandado el currículum a cientos de agencias y no me hayan llamado o porque haya hecho miles de entrevistas y no les haya gustado. No. Es porque me ha consumido (en pasado porque esto se acabó) una especie de inapetencia laboral irrefrenable. También conocida como "perrez".

Pero no es el único punto a mejorar. Soy además una persona vehemente y criticona en demasía (como podéis haber deducido los que me leéis con frecuencia). Tanto es así que anoche soñé que iba paseando con T, una persona a la que tengo mucho aprecio, y nos cruzábamos con el típico viejo verde que le decía una ordinariez. Yo, ni corto ni perezoso (ni cívico) le empezaba a arrear golpecitos en el pecho. Después nos íbamos corriendo y era entonces cuando aparecía la hija detrás nuestro y me echaba la bronca porque me contaba que era un enfermo mental inofensivo que había sido tratado por eso. Yo le pedía perdón entre lágrimas y ella finalmente me perdonaba.

Me gustaría no tener que volver a sentir esa sensación de pérdida de control y ese arrepentimiento por mi enajenación mental transitoria. Así que, como me dice la propia T: "Gabi, deja a la gente en paz"...

2 comentarios:

Extensus dijo...

No te avergüences de tu vehemencia. Para bien o para mal es lo que te hace distinto. Y el viejo ese no debería ir por ahí suelto en los sueños de los demás. Se arriesga a que le soplen un mamporro.

Diego Cobo dijo...

Lo que no me explico es como no te ha caído una somanta de capones en más de una ocasión... quién tuviera una cámara en ristre en tales momentos! ;PPPPPP
Por cierto, ¿qué tal todo? y te veo luego...