lunes, 11 de mayo de 2009

De Gallardón y la crisis

Cierto que el gobierno zapateril negó la crisis hasta que la mierda le llegaba hasta las orejas. Y que hoy, con los datos ecónomicos aún más catastróficos siguen diciendo que hay que ser optimistas. Pero si hablamos de falta de sentido de la realidad el número uno sigue siendo nuestro ínclito alcalde: Alberto Ruiz Gallardón. Porque parece que ignora la desastrosa coyuntura económica que atravesamos. Y que desconoce el preocupante nivel de endeudamiento del consistorio madrileño. A pesar de sus parquímetros y radares recaudatorios. 

Así, nuestro particular faraón, parece empeñado en demostrar al mundo que la crisis mundial (si existe) no tiene por qué torcer sus planes (o divinos designios).  Por ello, en vez de renunciar a la candidatura olímpica para ahorrarnos dinero y ridículo, sigue empeñado en la consecución de su quimérica olimpiada. Y si para ello tiene que poner a los empleados de limpieza a pintar con brocha las farolas de las calles por donde van a pasar los jueces del COI, pues no lo duda un instante (fui testigo ocular el otro día). Dicha maniobra, todo hay que decirlo, es propia de "bienvenido Mr. Marshall". Menos mal que no transformó Bagdad (digo la calle Serrano) en una calle andaluza. Parece ser que porque no pudo conseguir cartón piedra suficiente.

No contento con el callicidio de Serrano, el faraón extiende sus tentáculos despilfarradores por Callao, Sol, Fuencarral, Colón, Marques de Vadillo, Plaza Castilla, etc... Además, todas estas obras no están encaminadas a mejorar la calidad de vida de los madrileños. Ni mucho menos. Lo que los madrileños piden a gritos es una solución a los perennes atascos mañaneros en los ejes norte y sur. Y no obeliscos megalomaníacos para entidades ruinosas.  

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