Un smartphone. Según he podido deducir. Es un teléfono móvil con acceso a internet y aplicaciones y gaitas varias del tipo GPS incluído, acelerómetro y otras mierdas en vinagre. Smart en inglés significa listillo. Y, efectivamente nadie duda que tales aparatos son muy capaces y útiles. Pero de lo que no es consciente la gente es de que adquirir unos de estos demoniacos aparatos supone tomar un camino seguro hacia la imbecilidad.
Y no digo esto así a la ligera. Porque yo tengo uno. Y he observado y he vivido cómo éste aparato no ha hecho sino complicarme progresivamente la existencia. Vale, antes me perdía en cualquier sitio y como no conociera el barrio tenía que mirar el Guguel Masps o pedirle el GPS a mi padre. Ahora, el jodido tamagochi* trae brújula, Navegador GPS, sherpa y masajista. Como se te ocurra decir que llegas tarde porque te has perdido es posible que oigas:"¿Pero tú no tienes un JARLphone?". Si no lo has usado para ubicarte es porque eres tonto o porque no sabes usarlo porque eres tonto o por las dos cosas. En cuyo caso eres doblemente tonto o Ton Ton.
Y es que es comprarse uno un smartphone y volverse loco. Que si mira qué aplicaciones tiene. Que que útil es. Me voy a bajar esta, y esta otra. Y así lentamente comienza uno a prestarle atención al móvil. Un engendro sospechoso de ser radiactivo y o cancerígeno hasta hace cuatro días. Una cosa que era un trasto más con las llaves, la cartera, los kleenex, etc. Y que ahora no sales de casa sin él, que digo, no vas al baño sin él.
Por no hablar del hecho de tener el correo electrónico del trabajo accesible en todo momento. Es o no tontería el estar voluntariamente de guardia como los médicos con el busca (me refiero al hecho no a los médicos).
¿Y el daño que pueden hacer a una relación de pareja?. Imagina que un día tu novio/a se da cuenta de que su nuevo teléfono mola más que tú. Tonterías, pensaréis. Pero de entrada si el móvil tiene acceso a wikipedia ya sabe más cosas que tú. Si tiene mp3 o alguna aplicación probablemente cante mejor que tú. Y de la vibración mejor no hablamos. Y si no piensa que su teléfono mola más que tú lo que sí que es un hecho es que le mira más rato a él que a ti. No me extrañaría que en breve entrase en las estadísticas de Motivos de Divorcio como el IKEA, qué peli ver en el cine, o las preparaciones de boda (valga la paradoja).
El martphone también te puede enemistar con los amigos. No es lo mismo un smartphone que un Galasi o que un Aifon o que una Zarzamora (Blasberri). Cada casta tiene sus adeptos y ojo con ofender o menospreciar.
Y en la vía pública los portadores de smartphones son como los zombies de Walking Dead. Más te vale esquivarles tu a ellos... porque lo que es ellos a ti... va a ser que no. Van como andando por un universo paralelo al margen de la realidad. Ya me ha pasado varias veces de ir por el carril bici y al pasar cerca de ellos se sobresaltan e incluso algunos gritan. Es o no de tonto asustarse por una bici. Todavía por la oscuridad, las arañas, la claustrofobia...
Y este aislamiento de la realidad es menos peligroso pero igualmente patente intramuros. Yo he vivido cenas de amigos/compañeros de trabajo en que casi todos estaban hablando/chateando por el teléfono y rajando de la gente que estaba en la propia mesa. Absurdos aparte, el smartphone hace hasta que nos olvidemos de una regla tan básica, inmutable y tan de ley natural como es "que hay que hablar mal de quien no está".
Fíjate si nos habremos vuelto tontos con los smartphones que antes lo principal era que el móvil ocupase poco espacio para no estorbar en el bolsillo, bolso, etc. Ahora cuanto más grande sea la pantalla mejor podremos enseñar los vídeos de YouTus a los amigos.
Es por ello que sería mejor que a los smartphones empezásemos a llamarles SILLYPHONES**, que además se parece a Xilofón. Una estupenda palabra.
*{así llama a los móviles mi madre porque dice que hay que darles de comer (cargarlos), llevarlos siempre encima, acostarlos por la noche (apagarlo), etc...}
**(esta no es mía; mil gracias Jose!)